Kylie nos recuerda que ducharse no tiene nada de malo

 

Kylie Minogue ha demostrado que se puede utilizar el sexo para vender un single sin ser barriobajera ni contraer enfermedades venéreas. All the lovers se desmarca musical y visualmente de la tendencia actual a competir por qué estrella del pop la chupa mejor, y no solo ofrece un sonido elegante, elaborado y atmosférico (plagiado de I believe in you, lo cual no es un problema en absoluto porque es su mejor tema), sino que viene acompañado de un video muy original, desvergonzadamente superficial pero con pretensiones metafísicas.

El resultado es el mejor anuncio de Calvin Klein de la historia.

All the lovers está co-producida por Stuart Price. Aquel genio que acompañó el 90% de nuestras borracheras en 2005 tras haber producido Confessions on a Dance Floor demuestra que sigue queriendo hacernos felices produciendo a divas de segunda. Lo cierto es que la canción es una delicia, y un descanso de tanta ordinariez, sin la que bien es cierto que no podemos vivir, pero acostumbrarnos a ella sería un error. Es una canción seductora, romántica y sin efectismos, en la que la melodía conduce cada segundo y la voz de Kylie suena más dulce que nunca. Es curioso cómo el talento de los productores también se puede apreciar en la nitidez con la que se escucha la pronunciación del cantante. Y en All the lovers podemos distinguir hasta el ruido de los empastes de Kylie. Digamos que, por mucho que le amemos, Red One debería volver a nacer para conseguir algo tan elaborado.

Hasta la mayor zorra del reino quiere que la quieran, y All the lovers es tan romántica que te hace odiar a la gente que es feliz. A esa gente cuyo máxima aspiración en la vida es hacer el amor escuchando Unchained Melody. Su objetivo son aquellos que no llevan la ropa interior puesta en la primera cita, que miran a lo ojos cuando follan y que saben el nombre de la otra persona. Aunque en ese perfil encajan aproximadamente el 5% de nuestros lectores, la canción es suficientemente maravillosa como para ser uno de los temazos de la temporada.

El video es una oda a la promiscuidad pero estilizada, con la estética y el buen gusto como prioridades. Sorprende que Kylie no haya recurrido a las lentejuelas y las plataformas a las que nos tiene acostumbrados. Este video supone un giro en su obsesión por ser la primera mariliendres en dominar el mundo, porque si convertirse en una cabaretera no le ha funcionado, ella sabe bien que nada como un montón de gente desnuda y un caballo bien armado para conquistar a todo su target. Encima en un momento dado ella misma finge que se cae (todos hemos estado ahí) para meterse de lleno en la pirámide de chulazos, momento (2:28) que podría resumirse en «me voy a poner ciega, maricones».

Y es que el principal motivo para admirar el video es que ella no puede estar más diosa del sexo. Mucho magreo pero a ella que no le toque ni dios, lo cual pone en su sitio a todas aquellas cerdas que se dejan meter mano para sentirse más de la calle. Las divas no son personas normales, y hacen bien en prohibir que nadie les mire a los ojos si no es para traerles un daiquiri. Siendo sencilla no se llega a ningún lado, y por mucho que la montaña de pervertidos crezca sin límite, ella siempre estará en la cima con el peinado perfecto. Encima no aparece hasta el estribillo, haciéndonos creer que se trata de una pieza de videoarte dirigida por David Lynch cuando en realidad es un homenaje a la turgencia de sus pechos. Por si fuera poco, la coreografía es súper fácil. Basta con mover los brazos como con Frozen pero sin haberse puesto antes los tatuajes de henna de la Bravo.

Kylie ha creado un universo en el que la gente se ama, todo el mundo es extremadamente guapo y los piercings son una ordinariez. Una utopía que haría las delicias de los funcionarios del Tercer Reich, y que aleja a la estrella de los cuartos oscuros y los callejones de mala muerte de los que el resto de divas han hecho un modo de vida. Lo cierto es que hacia el final del video la pirámide da algo de grima, pero afortunadamente ni Kylie ni sus colaboradores sudan. Es algo que simplemente no está en su naturaleza. Para Kylie el sexo es bonito, y comprende que en ningún momento del polvo hay que dejar de posar. Esa filosofía es necesaria y ese mundo idílico será una bonito lugar al que regresar mentalmente cuando acabemos semidesnudos en una cuneta de la M30. 

Luego está la lectura de las metáforas: tenemos globos blancos, palomas blancas, uñas blancas (ver una diva con la manicura hecha nos ha puesto lágrimas en los ojos), un elefante blanco, leche derramada sin control (más lágrimas) y un caballo blanco. Principalmente todo simboliza penes de distinto tamaño e intención, pero en realidad son detalles que hacen que los fans de Kylie se crean más intensos que los de Britney. Si has visto el video por segunda vez para concentrarte en cuántos paquetes puedes localizar, no hace falta que te digamos a qué grupo perteneces.

Si bien el sexo parece seguir siendo el único arma para vender discos hoy en día, hay que aplaudir que Kylie haya marcado su terreno con un sonido envolvente, un mensaje súper tierno y un estética sofisticada. No queremos imaginar lo que habría hecho Rihanna con el mismo videoconcepto.

Bueno, sí, nos morimos de ganas por ver cómo sus pendientes de aro se enganchan con las trenzas de alguna furcia de Brooklyn, pero sinceramente creemos que nos hemos reído de Rihanna suficiente por dos vidas.

Ahora es el momento de sacar la ropa blanca del armario y ser un poquito finas, si es que no se nos ha olvidado.