La muerte del pop

 

 

Cuando Madonna estaba viva el mundo era un lugar mejor. Estar triste era cosa de pobres y las canciones solo hablaban de trucos para maquillarse. El pop era desvergonzado y nos hacía felices. Cada vez que daba signos de decadencia, aparecía una nueva peluca, o una nueva coreografía que se grabaría a fuego en nuestros corazones. Corrían los años 90 y todos nos confiamos, pensando que el chochi-pop no moriría nunca.

Pero de unos años a esta parte el pop ha entrado en una etapa humillante, cutre y barata. Y en el fondo todos somos culpables de ello. La maloliente broma de Ke$ha ha llegado demasiado lejos y, dado que nadie parece hacer nada al respecto (como por ejemplo sentarse en las discotecas cuando la pinchen a modo de protesta colectiva), la muy mendiga sigue lanzando singles. Y lo que es peor, las estrellas de verdad han empezado a seguir su filosofía de pelo sucio, cara de estar oliendo a mierda permanente y canciones cuya base es similar a la del cencerro de una vaca desbocada. Como si no hubiera torturado nuestras adolescencias los suficiente, el bakalao ha vuelto a las discotecas, pero mientras en aquellas cantaditas las chicas tenían voces preciosas (en plan la sueca que cantaba en Titanic), en los hits actuales sufrimos eructos y graznidos que encima tendremos que considerar divertidos.

Un año sin singles de Beyoncé es un año perdido, Justin Timberlake parece más ocupado en aparecer en películas sin números musicales (!) que en revolucionar el pop y Fergie está tardando demasiado en enseñarnos nuevas formas de bailar follando. Encima alguien ha dejado que Jennifer Lopez vuelva a entrar en un estudio de grabación. Estamos jodidos. Y hay que hacer algo. No hará falta asesinar a Ke$ha porque tarde o temprano ella morirá ahogada en su propio vómito, pero nos sentimos con la obligación moral de ponernos las bragas y reivindicar la CLASE como modo de vida tanto en la música como en la pista de baile.

Analicemos los puntos clave de este fenómeno, que ha acabado con el mundo del pop tocando fondo, pero no como nos gusta, sino oliendo mal. Oliendo fatal.

1997: Mariah Carey descubre el hip-hop

Y la marcha atrás.

Después de varios años acostándose con un hombre de 180 años (seguro que es amor verdadero, Thalía), a Mariah en un momento dado se la metió un rapero y nunca más quiso que se la sacara. Y a nosotros nos da igual lo que ella haga con su Mimi, pero las repercusiones artísticas («artísticas») han sido infinitas. A principios de los 90 el r&b estaba reducido a negras feas que como no sabían cantar se ponían petos de colores y cabalgaban ladrando por los escenarios más selectos de Detroit. Cuando Mariah empezó a colaborar con productores r&b el pop empezó a fusionarse con estilos de segunda categoría.

Afortunadamente el público europeo (cuyo concepto de la música acústica es el festival de eurovisión) se mantuvo fiel al pop más salvaje, y el espectacular revival de 1997 (Spice Girls, Aqua, Backstreet boys) ignoró por completo la corriente r&b que en Estados Unidos permitía que cualquier ex-convicto por asesinato fuera #1 durante 12 semanas. No obstante, el r&b acabó siendo el nuevo pop, gracias a mafiosas tan listas como Beyoncé, que consiguieron serlo todo en ambos continentes destruyendo las carreras de sus competidoras combinando hits pop con colaboraciones con delincuentes.

Pero al igual que está ocurriendo ahora todas se subieron al carro, y nos dio vergüenza ajena cuando las estrellas de verdad empezaron a creerse negras y contratar productores inútiles para conseguir un top 10 en USA.

Y toda la culpa es de Mariah.

18 de diciembre de 1980: Christina María Aguilera hace su aparición en el planeta Tierra

Y en algún lugar de Pasadena a Barbra Streisand le recorrió un escalofrío.

La única urraca en la historia en ser #1 en USA estaba dispuesta a ser una estrella del pop por todos los medios. Y no le importó que su vidente le augurase una carrera plagada de desgracias y siempre, siempre como la segundona de tipejas con menos talento que ella. Ella cantaba mejor que nadie. Una vez se lo dijeron en la cola del Primark y Christina se aferró a esa promesa para seguir adelante.

Al principio no era más que la prima tonta de Britney Spears, adicta a plancharse el pelo durante horas y con una absurda costumbre de mover la mandíbula cuando cantaba como si estuviera mandando mensajes en morse a los aliados. Claro que en 1999, cuando una canción tan estrafalaria como Livin’ la vida loca podía vender 20 millones de discos, nadie prestó atención a esta nueva artista. Excepto los Grammy, que todos sabemos que están como una puta cabra.

En un momento dado Christina metió las puntas del pelo en la taza del báter para coloreárselas (diez años después Rihanna se quedó dormida dentro de la taza después de una borrachera y decidió llamarlo tendencia), pero se dio cuenta de que debía ir más allá. Así que en 2001 apareció maquillada por un batallón de paintball en el video de Lady Marmalade, y nadie entendió nada, excepto ella, cuya desproporcionada cabecita ya había descubierto las palabras que cambiarían su vida para siempre: barra de labios.

Christina debió pensar que si nadie le hacía caso gritando, se percatarían de su existencia pensando que es un transexual (claro que Fergie siempre la tendrá más grande). Así que grabó un disco metiendo un poco de todo (como los concursantes de OT) y arrasó. Porque además el disco era increíble. Christina comprendió que para ser alguien en el pop no debes tener vergüenza alguna, por lo que alternaba canciones feministas, con invitaciones a follarle por detrás (¿hay otro modo?) seguidas de confesiones de cómo su padre la pegaba de pequeña.

COHERENCIA.

El problema es que a partir de ahí todo fue un circo, pero no en plan vintage elegante como en Hurt, sino uno de payasas con problemas de aprendizaje. Se casó, sin duda por amor, con un directivo musical y grabó un disco de 70 canciones que ni siquiera ella ha escuchado entero. Tras 4 años berreando por todos los escenarios donde quisieran escucharla, lanzó Bionic, un disco que iba a cambiar la historia del pop tal y como lo conocíamos pero que acabó siendo un fracaso de ventas porque hasta los familiares de Christina lo descambiaron en la tienda. A pesar de que tanto Back to basics como Bionic tenían canciones más que decentes, la falta de personalidad de Christina ha llegado a ser molesta.

Y ese es el problema de esta muchacha. Es antipática, tiene el mismo carisma (y el pelo) de una fregona y cuando se agobia lo único que sabe hacer es gritar como le estuvieran abrasando el trasero con hierros incandescentes. Hay quien lo llama soul, nosotros preferimos llamarlo manada de bueyes. Ni es vulgar como nos gusta pero tampoco tiene clase. Da la sensación de que todo lo malo que le pasa es producto del karma, y ni siquiera cuando la detienen es capaz de hacerlo con gracia. A estas alturas, y aunque parezca increíble, es posible que Christina nunca llegue a pasar a la historia del pop, tal y como parecía obvio que sucedería.

En cualquier caso no hay que perder la esperanza. Quizá con Burlesque (una joya cargada de sorpresas y frenéticos giros de guión) Christina haya encontrado su camino: películas para ver hasta arriba de todas las drogas que puedas encontrar. Desde luego en la música ya ha demostrado que no acierta ni a tiros.

2007: Spice Girls lanzan Headlines

Matando así nuestro adolescente interior.

Las Spice Girls fueron básicamente el mayor fenómeno musical de los 90, y una vez acabada la aburridísima década de los 2000, sigue sin repetirse nada parecido. Al margen de la lujosa producción de sus canciones (que además no puede envejecer mejor), las Spice nos influyeron profundamente en nosotros y nos convirtieron en los adultos que somos hoy. Nos enseñaron valores esenciales como que la amistad es lo más importante, que hay que ponerse condón, que hay que querer a nuestras madres (querer a tu padre ya es opcional) y que no hay nada más importante en la vida que tener etiquetas que determinen tu ropa, tu forma de bailar y tu color de pelo.

Semejante explosión mediática no podía durar, y el fenómeno acabó tan pronto como Geri nos hizo ver que no es que no fueran tan amigas, sino que se odiaban a muerte. Claro que a ver quién aguanta a la payasa de Mel B gritando en el camerino y haciéndose piercings con tijeras a diario. El producto pasó a la historia de la música con absoluta dignidad, tal y como lo habían hecho antes Abba o Bethoveen.

El problema llegó cuando empezaron a parir como infantas conejas y se les acabó la pasta para liposucciones. Decidieron volver con una gira mundial y dos canciones nuevas. Una (Voodoo) era un descarte de Spiceworld que no habrían querido para sí ni las Atomic Kitten. La otra era el single estrella, Headlines, que resultó ser decente pero no espectacular. Nada más lejos, de hecho. La canción estaba hecha sin ganas de principio a fin (Mel B ni se molestó en cantar), y el videoclip era básicamente una serie de imágenes de cuarentonas metiendo barriga. Punto. Ahí se quedó el comeback. Ellas intentaron volver como Take that, creyendo que su público había madurado, pero se olvidaron de dos cosas: que Take That no interesan a nadie más allá de Manchester y Fuenlabrada y que el público de Spice Girls no es que no hubiera madurado, es que era aún más idiota que en 1998. No creemos que les costase tanto grabar un bside de Girls Aloud (ese grupo de camareras que siendo 6 reúnen aproximadamente el talento de medio ser humano) y montarse una coreografía explosiva pero apta para funciones de fin de curso.

La gira, eso sí, fue lo mejor que nos ha pasado en la puta vida, al ser ellas perfectamente conscientes de lo que son, y olvidarse de pretensiones dando simplemente espectáculo, hits y autoparodia.

Pero aquel comeback nos dejó fríos a todos, en un año en el que Rihanna consiguió que dejaran de creer que era la negra de Sugababes y Whitney Houston se compró una muñeca de Leona Lewis para apagar cigarrillos a modo de vudú. Si ni siquiera las Spice Girls eran capaces de insuflar fuegos artificiales en el mundo del pop, es que la situación era irrevocable.

Michael Jackson se confunde de bote de pastillas

Y la lía parda.

Atención a lo jodida que está la cosa cuando este tipo seguía siendo el rey absoluto del pop a pesar de llevar 10 años sin hacer nada aparte de ver Hook en su casa una y otra vez. Ni Justin Timberlake ni Usher (who?) consiguieron acercarse remotamente a la grandeza de Michael, cuyos temazos han resultado ser eternos. No en vano los 80 fueron suyos (estúpida década cuyo top 10 se resume en cinco canciones de Michael, cuatro de Madonna y una de Bonnie Tyler).

El día que Michael murió se llevó con el la modernidad, y la dignidad del pop. E insistimos, que un hombre como Michael Jackson pueda seguir asociado a la palabra dignidad significa que el pop no puede estar más jodido. Por mucho que su final alimentara la leyenda, nosotros necesitamos iconos vivos en los que creer, y a los que recurrir cuando Taylor Swift vende otro millón de copias. Vale que es injusto comparar a nadie con Michael, pero si él existe, tiene que haber otros ligeramente talentosos que tengan algo que ofrecer aparte del mismo estribillo una y otra vez. Tampoco hace falta que todo el mundo cambie la historia del pop como hizo él, pero hay que echarle un poquito de ganas, y si tanto se les llena la boca a los artistas actuales citándole como principal influencia (sobre todo después de muerto, que las estrellas llevaban 20 años sin dejarse fotografiar con él en público), no estaría de más proponerse un objetivo muy simple:

Aprender a bailar.

Por mucho que pudiéramos vivir en un mundo en el que Beyoncé fuera la única cantante que existiera, necesitamos estrellas de verdad, aunque se acaben volviendo locas y/o cantando para dictadores árabes. Pero para los que crecimos con videos de Michael Jackson estrenándose en el telediario (por favor no echéis cuentas sobre nuestra edad, somo atemporales), la oferta musical actual es desoladora, aburrida y humillante.

Lady Gaga se saca un jabón de manos del coño

Lady Gaga no ha parado de trabajar desde hace tres años. Pero es probable que en algún descanso se fuera a ver una exposición de artistas posmodernos bielorrusos y se sintiera fascinada por sus conceptos. Quizá el que más le llamara la atención fuera una obra de arte llamada «Caca en un frasco», que consistía, principalmente, en una caca metida en un frasco. Ella debió sentir que todo valía, y que cuanto menos sentido tenga una obra de arte más vanguardista sería. Así que decidió grabar el video de Born this way, que para compensar la letra escrita por una niña de 5 años, no le vendría nada mal un video de 7 minutos cargado de frases profundas y de palabras que sus fans jamás entenderán.

«This is the manifesto of Mother Monster». ¿En serio, Gaga?

Ella habla de aliens que parían de forma no finita, sino infinita (…) Y tiene la poca vergüenza de hablar de la «mitosis del futuro», que como suena muy a latín le hace parecer mejor que Rihanna. Y tampoco es que esté escribiendo la Biblia. El vídeo cuenta una historia de extraterrestres más feas que la muerte que se dedican a bailar dance y a salvar el mundo ocasionalmente. Y todo para una canción que habla de que ser gay está genial. Vale, Gaga, lo pillamos, tienes estudios. Y te gusta el arte. Ahora, sino te importa, ¿podrías hacer una canción buena? Gracias.

Está muy bien el concepto de estrella del pop diferente, transgresora, conceptual y artística si no te olvidas de lo primordial: estás vendiendo un single pop, no un documental sobre el cambio climático. Ella siempre ha caminado sobre la delgada linea de la caca, entre la extravagancia y el ridículo. Pero toda esta nueva etapa ha perdido sentido, no se sabe de qué va disfrazada y empieza a provocarnos vergüenza ajena, y pereza. Esta vez no, Gaga. La canción no es tan buena, copia doce hits anteriores y está producida con el windows mix maker. Así que deja de creerte que estás cantando gospel que no hace falta que alecciones a nadie. Deja las canciones con mensaje para los perroflautas y tú dedícate a las onomatopeyas, que no te ha ido tan mal hasta ahora.

No es fácil hacer una obra de arte como Bad romance, que en 4 minutitos nos devolvió la fe a todos. Lo fácil es sacarse cosas del coño (las prostitutas vietnamintas llevan años haciéndolo y nadie les da Grammys) y subestimar a tus fans, creyendo que cualquier prótesis facial acompañada de tu cara de coño te van a conseguir un #1 mundial. Tampoco te servirá de nada pasarte un video entero abierta de piernas. Madonna ya basó su carrera en ese concepto en 1992.

Lady Gaga ha sido la única para nosotros durante dos años. La gran esperanza fea del pop. Transgredía pero desde dentro, siendo consciente de que por mucho que vaya de outsider forma parte de la industria. Y encima no dejaba de grabar temazos. Pero las pretenciosas siempre acaban cayendo en su propia trampa. Así que no te creas mejor que las demás, Gaga, regresa a tus traumas adolescentes y sigue esforzándote. El público es una traidora y se cansará de ti como sigas vistiéndote de payasa y llamándolo arte, no hay más que ver como cualquier basura que sale por la boca de Rihanna y Katy Perry es #1 mundial.

Queremos canciones increíbles. Y videos emocionantes. Y coreografías sudorosas.

Born this way no está mal, pero es olvidable, y el vídeo es una tortura. Nos has malacostumbrado demasiado, ahora dalo todo o retírate. Sigues siendo la stripper con más talento del mundo.

A muerte Gaga.

Pero en fin, nosotros queremos ser optimistas. Es imposible que no haya gente con talento. Estén donde estén, acabarán por salvar el pop. Desde esta web defenderemos con sudor la música intrascendente y generacional como modo de vida. Y nos reiremos de las pequeñas zorras sin las que nuestra vida en realidad no tendría sentido. Al fin y al cabo, todo esto siempre se ha tratado de ser felices.

Así que volvemos, al insulto fácil y a la metáfora prepotente. Con el único objetivo real de insultar a Christina Aguilera. Antes de amenazarnos de muerte, pensad que al menos alguien sigue hablando de ella. El mundo del pop volverá a brillar y nosotros lo celebraremos aquí. Porque ya no se puede caer más bajo. Porque Pixie Lott no es old school.

Y porque sólo hay que esperar a que a Willow Smith le salgan tetas para que empiecen los fuegos artificiales.

¿Ves como eres una zorra (menor de edad)?